Más que una metodología, es una nueva forma de operar. Una forma en la que todas las áreas que impactan en los ingresos trabajan como una sola unidad, con métricas comunes, tecnología integrada y enfoque compartido.

El término business development (desarrollo de negocios) se ha vuelto cada vez más frecuente en entornos B2B. Sin embargo, no siempre está claro qué significa realmente ni cómo se diferencia de áreas como ventas, marketing o alianzas comerciales.

Hablar de growth en B2B suele estar asociado a métricas, herramientas y automatización. Pero cuando los ciclos de compra son largos, los presupuestos se aprueban en comités y las decisiones se toman con cautela, el crecimiento se convierte en un terreno completamente distinto. Los mercados lentos no son necesariamente mercados inactivos. Lo que ocurre es que su ritmo exige una estrategia diferente: más profunda, más dirigida, más personalizada.

Las empresas que crecen activamente son las que entienden que no basta con atraer: hay que provocar conversaciones. Salir al mercado. Detectar señales. Apuntar con precisión.

En el mundo del marketing B2B, muchas empresas todavía operan bajo la lógica de la pesca. Preparan el anzuelo —una campaña pagada, una pieza de contenido, un embudo—, lo lanzan al mar digital y esperan. Con paciencia. Con fe. Y con presupuestos.

En el desarrollo inmobiliario, contar con el terreno, el proyecto y la financiación no siempre garantiza el éxito. Lo que verdaderamente marca la diferencia —especialmente en contextos competitivos o de incertidumbre económica— es la capacidad de generar vínculos estratégicos que impulsen la comercialización, potencien la ocupación y eleven la rentabilidad del desarrollo.

En el mundo del vending, la ubicación lo es todo. Pero quedarse esperando a que aparezca “el lugar perfecto” o que alguien toque la puerta para ofrecer una alianza estratégica… es una fantasía peligrosa. Las empresas que realmente crecen no se sientan a esperar. Salen a cazar.